ESPACIO ABIERTO PARA QUE LEAN, OPINEN, CRITIQUEN Y COMENTEN TODA/OS AQUELLA/OS QUE VEN A LA DOCENCIA COMO LA FORMA DE PROYECTAR LA CULTURA Y EL SABER HACIA UN FUTURO DISTINTO... A TRAVÉS DE ESTE MEDIO DAREMOS A CONOCER COMUNICADOS DE INTERÉS PARA UNA PARTICIPACIÓN PLURAL DE NUESTRA/OS COMPAÑERA/OS Y COLEGAS.

martes, 1 de mayo de 2012

El mundo es de quien lo hace: Lo/as trabajadore/as

Somos las manos
cosiendo en la inmensidad de la noche
la moda de otras.
Somos las manos anónimas
que cortan la manzana que muerdes.
Somos las que no tenemos
con quién dejar el crío.
Somos las manos que bailan,
que crean, sostienen, construyen, producen( …)
Dicen que incluso cuando todo es fuerza
destrucción y anhelos
nunca faltan las mujeres terribles
que galopan convencidas hasta la muerte
de que queremos pan, pero también las rosas.
Emiliana Basualdo
Somos las manos que construyen, la voz que comunica y enseña, somos la mente que diagrama el futuro, somos las piernas que caminan el presente. Somos trabajadores y trabajadoras. El mundo podría sobrevivir sin patrones ni empresarios, sin dueños ni capitalistas, pero es imposible para el mundo existir sin trabajadore/as.

El 1° de mayo se recuerda y se lucha. Se recuerda la gran huelga de trabajadores norteamericanos en reclamo del establecimiento de un régimen laboral, que estableciera las condiciones de trabajo. Ocho horas de trabajo, ocho horas para descansar y ocho horas para hacer lo que querramos, tal era la consigna que proclamaban los huelguistas durante el 1ro. de mayo de 1886. ¡Cuanta vigencia cobra este pedido en una realidad modelo 2012 de desocupación, subocupación, precarización, tercerización o de lisa y llana esclavitud! Los trabajadore/as sojeros en la provincia de Buenos Aires, lo/as cañero/as en Jujuy, lo/as trabajadores del tabaco en Misiones, los peones rurales en la Patagonia, y no decimos más por duele hondo y alcanzan como ejemplo.
Aquella huelga -y sus  manifestaciones callejeras- que abarcó todo EE UU terminó mal, como suelen terminar las protestas por estos, nuestros días. Criminalizar la protesta, perseguir, encarcelar, torturar y hasta asesinar a lo/s trabajadore/as son prácticas tan viejas como el trabajo mismo y continúan en pleno ejercicio en este hipercivilizado, democrático y globalizado siglo XXI. Desde Grecia y y el resto del alicaído primer mundo, hasta Catamarca y Rawson, aquí nomás en casa.
En aquel mayo tan alejado en el tiempo, muchos manifestantes fueron arrestados y en la ciudad de Chicago cinco de ellos fueron ejecutados luego de un juicio plagado de irregularidades. La justicia y sus irregularidades, fatales, recurrentes, veloces si el acusado es una trabajador o trabajadora, actuales con piel oscura y apellido paisano, preferentemente. ¿Cuánto dura el juicio a un empresario explotador, contaminante o estafador, a un político corrupto? Mucho, tanto que se necesita generaciones de jueces para alcanzar la sentencia, si es que llega.


 Los trabajadorese ejecutados -conocidos mundialmente como los “Mártires de Chicago”-  eran anarquistas, pa' postre. Además de pedir la locura de trabajar ocho horas pensaban distinto, quizás entonces merecían el palo por el lomo y la soga por cuello. Como en aquel entonces, hoy hay muchos trabajadore/as - que le deben las ocho horas de trabajo a aquellos anarcos locos- que desearían matar a lo/as que piensan distinto, sin entender acaso que lo/as que piensan distinto, son lo/as que por lo general conquistan con la lucha colectiva, sistemática y sacrificada, los derechos que luego todos y todas disfrutamos. La ocho horas de trabajo son un claro ejemplo.

Desde hace un tiempo, como producto de factores económicos y políticos, los/as trabajadores/as hemos perdido conquistas laborales que, a través de una larga historia de lucha, habíamos conseguido. Muestra de ello son los contratos basura, el trabajo en negro, la extensión de la jornada de trabajo y los días laborales, etc. En el ámbito educativo esto es muy claro: salarios muy por debajo de la canasta familiar, la necesidad de trabajar dos y/o tres turnos (es decir hacer el trabajo de tres personas), la multiplicación de tareas ante situaciones cada vez más complejas son sólo algunos ejemplos de ello.

Esta realidad nos obliga a reflexionar como docentes, trabajadore/as y formadores de futuro/as trabajadore/as. Y la reflexión sólo puede hacernos tomar conciencia y buscar nuevas formas de organización para luchar contra las consecuencias inhumanas de la explotación. En esta tarea, aprender de la historia del movimiento obrero resulta imprescindible.

Los/as docentes tenemos que terminar de entender que, aunque nuestro trabajo es de tipo intelectual y nuestras herramientas son el conocimiento, la cultura, la didáctica y la pedagogía, trabajamos por un salario y eso nos hace compartir un destino común con todos/as los/as trabajadores/as. Es ilusorio pensar que nuestra situación, aunque tenga sus particularidades, puede ser realmente satisfactoria prescindiendo de lo que le pasa al resto de los/as que trabajan. Por eso una mejor educación para todos/as necesariamente irá de la mano de una sociedad en donde los derechos y el bienestar sean una realidad y no meras palabras escritas en declaraciones.
Espacio Docente











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