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lunes, 20 de diciembre de 2010

La muerte es mentira


Por Belén Contreras*
El 2010 ha sido para Gioconda Belli, (Managua, Nicaragua, 1948) un año en el que fue madre dos veces. Primero con El país bajo mi piel, Memorias de amor y guerra y luego, El país de las mujeres. Ambos libros, además de evocar (aunque desde géneros distintos) al mundo femenino desde ópticas diversas, apelan a la conjunción de por lo menos dos discursos: el histórico y el literario. La brecha que los divide, teóricamente, se vuelve difusa mientras que avanzamos en la lectura. Es decir, así como la muerte es mentira, en los textos de Gioconda los géneros y las leyes que los gobiernan también lo son.
En El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra, Gioconda misma, ficcionalizada, y puesta en el rol de personaje principal, transita una historia que es a la vez la propia, pero también la de Nicaragua. Desde su actual rol de ex militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, evoca, rememora, recuerda años en los que convivía entre hombres, compañeros del Frente, que intentaban en vano, convencerla de sus incapacidades de liderazgo y sus aptitudes para la solitaria e improductiva escritura en tiempos de guerra.
En este contexto, lo “estrictamente” personal: sus dilemas de pequeña burguesa, sus muchos amantes y la muerte como la vida, tomándola por sorpresa; todo se encadena en las memorias de modo que el lector asuma como propias, situaciones, personajes y personas que no lo son. De este modo, puestos en el rol de lectores, no sólo subvertimos al género, (puesto en relevancia desde el subtitulo) sino que inmediatamente lo y nos volvemos otro(s), confuso(s) e indelimitable(s).
Entre los personajes históricos que evoca Gioconda aparece Marcos, conocido míticamente como el Comandante Marcos, su seudónimo más repetido. Sinceramente poco importa en la lectura saber quién fue Marcos, si el Marcos de Gioconda es “más Marcos” que el histórico, si Gioconda miente y Marcos nunca la enamoró, ni a ella, ni a muchas simultáneamente. Lo importante es ver, leer, sentir e imaginar a un Marcos inmutable, lleno de vida, heroicamente griego. Al punto de atraernos no por su capacidad de liderazgo, de acción, sino por sus características meramente humanas, masculinas. Así su infidelidad y su machismo exacerbado, junto con un inmenso amor hacia las mujeres, pinta un cuadro que la historia quizás desconoce, pero que la literatura festeja.

*Profesora en nivel medio de Lengua y Literatura. Puerto Madryn

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