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lunes, 2 de abril de 2012

LA IMPORTANCIA DEL NOMBRE

de Viviana Ayilef

Nombrar es importante. Nombrar a un hijo es el primer emblema que le asignamos. Luego vendrán las aulas, los himnos y -con suerte-, las pancartas.
Nombrar, según los especialistas en cuestiones de la personalidad, implica el acto de situar, de dar lugar a un hecho, de concederle entidad, e importancia.
Ponerles palabras a las cosas: destacar su presencia en la realidad concreta.
Para nombrar Malvinas hay muchos actos de lenguaje pasibles de ser hechos. Para nombrar Malvinas podemos acudir a una infinidad de textos e imágenes, pero también silencios. Lo que no podemos hacer con Malvinas, es el subestimar las subjetividades que esto implica. Lo que no podemos hacer con Malvinas, y mucho menos en un día como hoy, es consagrar fetiches; y porque los fetiches de la historia son los absurdos que despliegan los colores, los estruendos, el ritmo redoblante de la patria en un ratito, mientras algo esencial está muriendo para siempre.
El Ministerio de educación de la provincia del Chubut, en su intención de homenajear a los ex combatientes de Malvinas, decretará este día que cada escuela de nuestra provincia tenga un aula que lleve por nombre “Las Malvinas son argentinas”. Probablemente esta idea haya surgido de la mejor intención. Pero, ¿será así como se fomenta la concientización sobre Malvinas? ¿No hemos avanzado en estos treinta años en un pensamiento que vaya un poco más allá de esta consigna incompleta por sí sola? El aula de al lado, ¿irá a llamarse “Los desaparecidos también”, y estamos hechos?
Ministro, pidamos a los maestros y profesores de nuestra provincia que no hagan panfletos inconclusos, porque por esta vía, vamos a terminar escribiendo cartitas nuevamente, a los ex soldados conscriptos que volvieron. Pidamos –y démosles lugar curricular- a los docentes de Chubut, que estén comprometidos en deslindar los usos y los abusos de Malvinas, que estén para pensar que estas efemérides no son fatalidades de proceso.
Ministro, usted que es un hombre de palabra: pongámosles palabras a las cosas, no las hundamos en contornos de sentido, plaquitas de museo, tareas oportunas de la fecha. Porque nombrar un aula implica definir la identidad de todo lo que allí suceda, desde ahora y para siempre, no sólo un día al año, no cada treinta años.

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