ESPACIO ABIERTO PARA QUE LEAN, OPINEN, CRITIQUEN Y COMENTEN TODA/OS AQUELLA/OS QUE VEN A LA DOCENCIA COMO LA FORMA DE PROYECTAR LA CULTURA Y EL SABER HACIA UN FUTURO DISTINTO... A TRAVÉS DE ESTE MEDIO DAREMOS A CONOCER COMUNICADOS DE INTERÉS PARA UNA PARTICIPACIÓN PLURAL DE NUESTRA/OS COMPAÑERA/OS Y COLEGAS.

lunes, 5 de julio de 2010

“La Educación más allá del capital”.

 

Por Celia Raquel Caprano y Helena Sofía Caprano

El libro La Educación más allá del capital nos permite pensar la importancia de la educación tanto dentro del sistema capitalista como para la construcción de un orden alternativo.

La editorial Siglo XXI junto a CLACSO coediciones han decidido traducir al castellano La educación más allá del capital, de István Mészáros. El autor es un teórico marxista discípulo de Georg Lukács, que formó parte de la Escuela de Budapest junto con Agnes Heller, István Hermann entre otros. En 1956, a raíz de la represión en Hungría -su país de origen- emigra a Inglaterra, donde fue profesor de Filosofía en la Universidad de York y en Sussex. Es autor de Más allá del Capital (1995), El siglo XXI ¿socialismo o barbarie?, entre otras obras.


El aporte teórico de Mészáros puede ser interpretado como una respuesta a la crisis profunda que hoy padece el sistema educativo. La educación funciona, principalmente, como una estructura de reproducción del sistema capitalista. La educación formal actual no ha podido dar respuesta a las crecientes demandas sociales que recaen sobre ella. Este sistema ha vivido -por lo menos en Argentina en las últimas décadas- considerables cambios coyunturales que no lograron, consolidarse como alternativas válidas debido a que parten de la lógica misma del capital. En este sentido, el libro La educación más allá del capital abre una visión distinta que permite pensar que otra sociedad y otra educación son posibles.
El libro plantea un nuevo camino, una alternativa al sistema capitalista. Mészáros propone que el cambio será posible sólo de manera radical, y el camino sólo podrá ser socialista, porque sólo el socialismo podrá resolver las consecuencias de la alienación deshumanizante que vive nuestra sociedad a causa de la estructura capitalista. En este sentido, el autor se detiene a analizar diversas experiencias socialistas en la historia, para ver en qué han fallado. El común denominador es que estas experiencias han fracasado porque fueron llevadas a cabo dentro de la estructura capitalista, o paralelamente a ella, sin resolver las causas de fondo. Es así que, por ejemplo, el error del socialismo soviético fue imponer autoritariamente un nuevo sistema, sin convencer antes a la población, y sin que ésta lo adoptara como propio.
Por ello, la segunda tesis de Mészáros es que la educación debe cumplir un rol esencial en este nuevo camino: mediante una educación que sea a la vez individual y social, en la que los hombres participen creativa y activamente en la transformación de su realidad, se podrá crear una conciencia socialista de desarrollo continuo. Esta conciencia debe ser, además positiva: no debe presentarse como negación del capitalismo, porque en la negación siempre subyace el elemento negado.
Por su parte, la educación cumple un rol fundamental, ya que debe ser el foco desde donde se proyecten los principios orientadores de una estrategia de cambio social. Es decir que desde la educación se debe transformar el presente y proyectar otro futuro, en el que todos los individuos puedan participar genuinamente en la transformación de su realidad, en el que su propia vida cobre significado; otro futuro en el que la igualdad sea un logro social.
Pero para que esta transformación sea factible, es imprescindible que haya una estrategia de cambio, un plan que contemple un fin determinado y en el que no sea posible conformarse con medias tintas. Según Mészáros, lo importante no es si el cambio se hace de pronto o paulatinamente, sino que se haga dentro del marco estratégico de transformación estructural y que llegue a abarcar a todas las sociedades.
El libro critica duramente los defectos e hipocresías del sistema, como por ejemplo el hecho de que la educación capitalista no sólo cumpla la función de adoctrinar a los individuos para que el orden social sea aceptado como inalterable, sino que además esta educación se halla hoy en una crisis de valores, ya que priman en ella los contravalores como la supremacía racial, conceptos como la “guerra preventiva” o el imperialismo liberal.
La educación socialista, en cambio, tiene como objetivo primordial la formación integral del individuo; es decir, que cada uno pueda realizarse creativamente “como sujetos autónomos que pueden comprender y dar sentido a su propia vida” .
El objetivo de esta educación es que los seres humanos se emancipen de la deshumanizante contabilidad del tiempo necesario de trabajo que es impuesto a los individuos y que trae aparejada la alienación en la sociedad capitalista. Mészáros propone como contrapartida un tiempo disponible de trabajo, en el que “los productores asociados libremente, con sus objetivos elegidos a conciencia, se controlan a sí mismos, por lo que contarán con más recursos que una fuerza laboral reacia bajo la imposición de imperativos estructurales del tiempo necesario de trabajo del capital” . La educación socialista, al no ser una imposición sino una interacción genuina, mejorará la productividad de los individuos, con lo que ganará en un aumento de la riqueza social: es decir, que en el camino socialista, la realización plena del individuo no será cuantitativa (acumulación de capitales) sino cualitativa. Por el contrario, el sistema capitalista actualmente opera a través de círculos viciosos de desperdicio y escasez. Para superarlos es necesaria una intervención efectiva de la educación que sea capaz de establecer prioridades y definir necesidades reales mediante la deliberación plena de los individuos involucrados.
Como podrá verse, para el autor la educación y el trabajo son inseparables. En apoyo de esta hipótesis citará a Gramsci “[…] que no hay ninguna actividad humana de la cual se pueda excluir la intervención intelectual –el Homo faber no puede ser separado del Homo sapiens-(…)” . Asimismo, dentro de la concepción marxista, considera que la efectiva trascendencia de la autoalienación del trabajo es una tarea ineludiblemente educacional. En este sentido Mészáros relaciona los conceptos de universalización de la educación y universalización del trabajo como complementarios y necesariamente interrelacionados. Para ello menciona como ejemplo la experiencia cubana donde la educación sustenta la permanencia del modelo socialista.
Al comparar la educación socialista y la capitalista, el autor atribuye a la primera la característica de ser perpetua, de abarcar toda la vida, mientras que la segunda sólo se restringe a un periodo determinado. En este aspecto, no tiene en cuenta que hoy el capitalismo se ha atribuido esta característica de la educación humanista, pero la ha adaptado a su conveniencia: es innegable que es necesaria, en la sociedad de conocimiento, una educación perpetua. Pero ésta debe ser solventada por el mismo estudiante, quien recurre a ella no para formarse humanamente, sino por necesidades pragmáticas. La tecnología y el conocimiento avanzan raudamente, y quien no los sigue –quien no se capacite-, quedará al margen del sistema.
El libro no sólo cuestiona al sistema, sino que además es un llamado al presente, un llamado a los educadores de hoy. ¿Para qué educamos? ¿Deseamos perpetuar, inconcientemente, el sistema? Es también un llamado para todos los que hoy conformamos engranajes de este, del mismo modo que la tuerca no sabe cuál es su función ni que forma parte de un automóvil. ¿Para qué trabajamos? ¿Para perpetuar el capitalismo?
El cambio debe hacerse “dentro del marco estratégico de transformación estructural”. Este sólo será verdaderamente posible si abarca a todas las sociedades, y si además se muestra y se demuestra como la única alternativa posible al capitalismo. Con esto el autor no pretende decir que debemos permanecer estáticos hasta lograr los cambios totales sino que, por el contrario, “un avance hacia un abordaje cualitativamente diferente de la educación y el aprendizaje puede y debe comenzar ‘aquí y ahora’” .
Por supuesto que la intención de Mészáros no es imponer una nueva estructura –ése fue el error en la Unión Soviética- sino abrir el diálogo: en la conformación de una sociedad socialista todos los individuos deben aportar creativamente; todos tenemos una cuota de responsabilidad social en la construcción de un mundo más solidario.




No hay comentarios: