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jueves, 18 de octubre de 2012

En el sur soplan vientos… de JUSTICIA


Texto: Virginia Morant
Fotos: Axel Binder. 
Al fin Trelew ha soltado un grito contenido durante 40 años, el grito de justicia. La Masacre de Trelew, ocurrida en 1972, en la Base Almirante Zar, ha sido declarada Crimen de lesa Humanidad y tres de los ejecutores han sido condenados por la justicia oral federal, aunque el panorama no fue tan prometedor en todo momento, ya que al iniciarse la lectura de la sentencia, el pueblo tuvo que escuchar, apretando los dientes de bronca e impotencia, la absolución de culpa y cargo de Jorge Bautista por encubrimiento como juez militar investigador de la causa y la de Rubén Paccagnini como autor mediato de los homicidios. Entonces, cuando uno/a empezaba a avizorar un desenlace desgarrador, el alma volvió al cuerpo, así, en un suspiro, como si se tratara de alguna especie de juego perverso en el que se quisiera experimentar con las emociones ajenas, al escuchar la condena a cadena perpetua en cárcel común a Emilio Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino; claro que no todo es tan sencillo, ya que seguirán caminando por las calles, libremente, hasta que la sentencia quede firme. También se decidió pedir, una vez más, a Estados Unidos la extradición de Guillermo Bravo, para poder juzgarlo como otro de los ejecutores de este crimen de lesa humanidad. En cuanto a Horancio Mayorga, se resolvió hacerle chequeos periódicos para determinar  su estado de salud, el cual lo ayudó a salvarse del banquillo en este juicio.
Como ciudadano/a, como militante, como ser humano/a, uno/a se siente insultado en su inteligencia, si este fue un crimen de lesa humanidad ocurrió en el marco de un plan represivo, del cual Paccagnini fue pieza clave, como jefe  de los ejecutores, sabemos sobradamente cuales son los mecanismos de acción militares y su obediencia respetada a rajatabla, pero esa es una batalla que otros librarán en su conciencia.
Lo cierto es que esta vez la tragedia no se repite como farsa, hoy la tragedia se convierte en juicio, en condena, en justicia y sienta precedente, porque esta sentencia le dice al mundo que los hechos del 72’ fueron el germen del terrorismo de Estado, el ejemplo en carne viva del más despiadado mecanismo de exterminio del que inmediatamente después se servirían e institucionalizarían el resto de las dictaduras latinoamericanas, instalando así la cultura del miedo, de la desaparición, del “algo habrán hecho”. Fue un plan de exterminio, sí, quisieron colonizar las conciencias y en cambio consiguieron inmortalizar a toda una generación que con su huella nos marcó el camino, el camino que marcan los que mueren de pie, o los que no mueren, sino que viven eternamente en cada lucha que se libra en pos de una sociedad más justa, pero su sangre no es en vano, es el triunfo de la verdad sobre la impunidad, una verdad que Trelew supo desde el principio, por eso, así como octubre de 2012 quedará para siempre como una gesta histórica, también octubre del 72’ tiene su lugar en la historia viva de este pueblo, que se levantó en asamblea popular por varios días, y apropiándose del teatro más importante del lugar, le demostró al mundo que el miedo y el horror no los paralizaría. Y así fue que Trelew nunca más se paralizó, nunca más olvidó, porque la memoria así lo impuso, y porque la memoria no es un cartel gigantesco, estático, a un costado del camino, que nos indica que a pocos metros, en la Base Almirante Zar, se cometieron crímenes de lesa humanidad, la memoria nos impulsa a honrar la vida, también duele en el cuerpo y en el alma, pero sobre todo, obliga a ponerse en movimiento, a luchar y a ser conscientes de que esta victoria no es total, pero sí es una batalla ganada, porque se ha dictado una condena oral y federal a un crimen que hace ya mucho tiempo fue sentenciado por todo un pueblo.

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