Breve reseña descriptiva de la realidad de vida y de trabajo en los ámbitos rurales de
Por Carlos Tissera *
El siguiente informe está fundamentado sobre la experiencia docente en la Comunidad Rural de Gastre, esto no implica que tales situaciones sean fiel reflejo de otras en las demás comunidades de la meseta, es indispensable agregar que las mismas pueden ser mejores o peores, sin embargo, ninguna de ellas merece ser pasada por alto a la hora de pensar en una capacitación docente real, eficaz, inclusiva e igualitaria para todos los establecimientos educativos del país.
Cada uno de los conceptos volcados en este trabajo pueden o no, reflejar la opinión de todos aquellos que se encuentran atravesando por una situación laboral similar, por tal motivo cada una de las expresiones vertidas en este informe corren por cuenta pura y exclusiva del autor del mismo.-
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Si bien no se puede negar que se cuenta con algunas ventajas en relación a vivienda oficial, ya que no se paga alquiler por ellas y en mi caso no tengo a cargo el abono del servicio de gas, pero si de los demás impuestos. Hay que agregar que la gran mayoría de las casas cedidas en préstamo, por no decir todas, implica compartirlas con otros docentes, lo cual rompe con la necesidad de desarrollarse plenamente dentro de un entorno privado. Llega un momento en la vida de cada persona que siente la necesidad de obrar libremente y sin restricciones que lo limiten, el domicilio particular es un lugar donde cada uno encuentra este espacio, sin embargo no sucede así con aquel docente que convive con otros en una vivienda cedida temporalmente en comodato por la autoridad gubernamental.
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Se debe estar atento a no molestarse unos con otros, compartir servicios básicos, (Baño, cocina, espacio domiciliar en general, tareas de limpieza, etc.), lo cual trae aparejado una situación de conflicto y nerviosismo que se suma a la ya conocida por todos aquellos educadores, que es el estado de ansiedad y estrés generado por el propio trabajo docente. Uno deja de llegar a la casa a descansar, más bien sale de la escuela pensando con que nuevo dilema se encontrará hoy en su propia casa, además surgen los conflictos por el tema económico, en muchos casos el problema de compartir gastos de alimentación y erogaciones impositivas deriva en un enfrentamiento entre las partes que genera un clima de insoportable tensión dentro de un ámbito de convivencia, situación en la cuál, quiero creer; a nadie le gustaría desarrollar su cotidiano.
Por otra parte, y ya en un ámbito externo, el aspecto comunicacional tampoco es el mejor, en mi caso particular, (Vivo y trabajo en la comunidad rural de Gastre con casa compartida), el acceso a los cursos de capacitación es casi imposible. En primer lugar hay que tener en cuenta el costo de los mismos, no son caros para aquellos que pertenecen al gremio que los avala e imparte, ni tampoco para aquellos no agremiados que viven en la ciudad o en lugares cercanos, ya que abonan solo 100 o 150 pesos. En mi caso y el de muchos otros docentes de la meseta central y demás zonas rurales, implica no solo abonar ese costo, sino también el costo de transporte en colectivo de larga distancia, unos $ 300 en ida y vuelta, y el costo de hotel en la ciudad, (Trelew, Madryn, Comodoro, Esquel, etc.), según donde se dicte el curso, y que para retornar debo esperar tres o cuatro días al nuevo viaje del colectivo que salga en su recorrido semanal por los poblados del interior y me deje nuevamente en mi domicilio, o en las cercanías, porque los caminos no son los mejores, la carencia de asfalto, el peligroso basamento de ripio y la ceniza volcánica en permanente suspensión hacen todo lo posible por dejar un micro a medio itinerario, y no pocas veces el transporte lo deja a uno en la mitad del recorrido, con no más armas que la esperanza que pase un conocido y un dedo pulgar para mantener en alto. Volviendo a lo específico, tales días de alojamiento y estadía no son nada accesibles, menos si uno desea hospedarse en lugar adecuado y con los servicios básicos; hablemos además, que ese costo debe ser abonado por cada encuentro, es decir que para el primer encuentro uno sólo debe abonar la totalidad del curso, pero luego hay que sumarle los gastos de transporte, estadía, alimentos y ni hablar si se le ocurre enfermarse durante ese período, porque habría de adicionar el costo de los remedios y la atención médica. En mi caso particular, mucho peor, porque debido a mi poco tiempo disponible para hacer trámites burocráticos y engorrosos, sumado a que me encuentro a una distancia considerable y con obstáculos difíciles de sortear, (Transporte, aprobación del pedido de licencia, costo de los sellados, foto carnet, firmas aquí y allá, fotocopias, documentos, planilla firmada por el directivo, y sigue la lista…), para presentarme en las oficinas de SEROS, todavía no he podido tramitar mi obra social, por lo tanto deberé abonar la totalidad de los servicios médicos e intrahospitalarios si eventualmente, y Dios no lo permita, me sucediera algún percance de salud.
Hasta aquí me he referido solamente a los problemas que implican para el docente estos aspectos y factores circundantes al educador y su desarrollo como persona ligada al ámbito educativo rural, pero hay mucha más tela para cortar del lado del alumno, el cual se ve altamente perjudicado porque aquel que debe guiarlo en su camino de formación, no solamente arrastra todo este bagaje nebuloso con él, sino que para solucionarlo o mejor dicho, hacerlo más llevadero y disminuirlo en parte, debe tomarse una licencia que lo aleja de esa función formadora. El alumno, entonces, queda en una laguna durante la ausencia de su profesor o profesora titular, podrían decirme, (Y me lo han dicho), “Si, puede ser, pero para eso está el personal que debe suplirlo en sus funciones mientras usted hace uso de su licencia”, quien así lo expresa, desconoce absolutamente la realidad rural, no existe una figura docente tal que pueda remplazar en carácter suplente y debidamente al titular dentro de la ruralidad, no sólo porque no abundan los profesores o maestros dentro de la institución, (Muchos de ellos cumplen varias funciones adicionales no reconocidas, incluso fuera de las correspondientes a su horario, título y cargo), sino que aquel que, por alguna circunstancia fortuita esté libre, debido a la falta de capacitación adecuada, no puede, y no porque no quiera, continuar y desarrollar la clase en forma aproximada o similar a lo que el docente titular desea, más bien ese hueco suele ser cubierto por un/a preceptor/a o simplemente, y ya como último recurso, con el vacío educativo que esto provoca, se le otorga la hora libre a los alumnos con la recomendación que recuperen esa hora estudiando en la casa, sobre esto último creo que no debo agregar más comentario, gran porcentaje de estos alumnos definitivamente no van a su casa a tomar los textos y pensar en recuperar tiempo escolar.
En función de lo expresado, está claramente comprobado que no se soluciona esta problemática dictando cursos de capacitación los sábados, (“Así todos pueden venir sin problemas”), ese sábado implica tres o cuatro días más que en pro de la capacitación, deja de lado lo más importante, aquello por lo cual el docente prácticamente vive y respira, sus alumnos.
Finalmente, para el segundo encuentro de capacitación y los restantes, solo se deja de abonar el costo del curso, pero todos los demás gastos siguen vigentes, en boca de otros he oído que todo esto es salvado por el dictado de cursos y capacitaciones virtuales, se dice que con ellos se da solución a la falta de cursos presenciales en la ruralidad, otra gran falacia, los cursos de capacitación virtuales no se dictan en igual número que los presenciales, no son exclusivos del docente rural, por lo tanto muchos cupos que podría cubrir un docente en ruralidad lo ocupa, con la competencia desleal que trae consigo y peor si el curso es de cupo limitado, uno de zona urbana, tal vez aquel mismo que afirmó que esto soluciona el dilema de la capacitación docente rural.
Seguidamente, y para más obstáculo, el acceso a internet en la zona rural es lujo de algunos pocos, o de nadie, con lo cuál acceder a la plataforma virtual y encontrar una vacante es un milagro digno de los dioses griegos. En el caso de Gastre la escuela cuenta con computadoras con servicio de red, pero sujeto a la voluntad del clima y la ceniza, que llega a dejarnos días y semanas sin el servicio, o bien lo hace intercalando días, un lunes puede funcionar pero para el día martes o miércoles el servicio está caído, si bien el Ministerio de Educación, aporta todos los implementos necesarios para que la escuela cuente con los recursos TIC, no puede manejar a las fuerzas de la naturaleza, es por ello que no se le puede echar culpas a nadie por la precariedad expuesta, más bien es recomendable aceptar con santa resignación que las cosas así son y así continuarán si nadie hace algo por revertir esta situación. Pero esto no termina aquí… este es el caso puntual de la comunidad educativa de Gastre, en el peor de los casos, otras escuelas de localidades más pequeñas, apenas si conocen un radio grabador o una televisión, la computadora, una fotocopiadora, una impresora y un servicio de red son cosas muy por fuera de su alcance, incluso hasta un servicio de telefonía celular. Habría que preguntarles a ellos cuando se enteran del dictado de un curso presencial en la ciudad.
En cuanto al costo de vida y los alcances del salario nada tienen que envidiarnos, el último aumento que se gestionó para el sector rural solo se aplica a un porcentaje mínimo de nuestro sueldo que ni siquiera alcanza a cubrir la mitad de los gastos de capacitación enumerados anteriormente. Los egresos de dinero en alimentos y transporte desguazan el sueldo, poco a poco y echando cuentas, el docente rural comprueba que en realidad vive en terrible desventaja en cuanto al resto. La canasta familiar en cada una de las comunidades no solamente no es variada y no posee los mismos productos alimenticios o de vestimenta que en los ámbitos urbanos, sino que para peor, cada producto se encarece incluso más del doble, ya sea por gastos de transporte y/o por las comisiones de cada proveedor o viajante, el cuál toma gran parte de ese valor agregado para cubrir los gastos de trasladarse junto con su mercadería a estos territorios tan inhóspitos y de difícil acceso. Como sucede en todos los aspectos del comercio, el que absorbe tales gastos es el consumidor final, para este caso el docente rural.
En relación a los materiales de trabajo las carencias son enormes, se trabaja con una bibliografía escueta y recortada, en muchos casos atrasada. El Colegio Secundario Rural de Gastre, quien todavía no cuenta con resolución ministerial, al igual que otros colegios de la meseta, no percibe partidas oficiales, por lo tanto el adquirir bibliografía actualizada corre por cuenta del docente o los directivos. Cada peso sale de la organización de rifas, eventos organizados por cooperadora, colaboración de la comunidad o bien del bolsillo docente, en pocas palabras, de aquel que por fortuna puede viajar hacia alguno de los centros urbanos y adquirir un libro o material didáctico. Nuevamente, aquí no termina este derrotero, a su retorno el educador, deberá rogar a la santa providencia que la única fotocopiadora que existe en la institución se halle en condiciones de ser utilizada o bien sus cartuchos toner estén todavía operables, de lo contrario deberá esperar a que el colectivo, que solo hace su recorrido por las comarcas de la meseta dos veces por semana, tenga la oportunidad de transportar dicho elemento para ser revisado durante un mes y medio por un técnico capacitado e idóneo en su reparación, o bien alguno de los choferes pueda llegarse hasta algún local informático en la ciudad y comprar un toner nuevo para dar solución al problema. Mientras tanto habrá que aguzar el ingenio para ver de que manera lograr que cada uno de los alumnos tenga leídas las páginas correspondientes a la clase que sigue, y de esa forma evaluar el grado de conocimiento alcanzado, ¡ Todo un desafío !
Lo mismo sucede para el caso de la única impresora con la que cuenta la institución, y esto es para nuestro caso exclusivo, porque desconozco si en instituciones de comarcas más pequeñas poseen este aparato de lujo.
Es por ello que la vida en la docencia rural no es tal como se la visualiza en otros ámbitos, para cada una de estas situaciones descriptas el docente invierte no solo su propio dinero, sino también su tiempo y esfuerzo, no es solamente ir a la escuela y retornar a la vivienda, hay muchísimos factores, incluso alguno que debo estar olvidando, que le demandan al trabajador rural tiempo extra que no le es reconocido, las horas extras que cada docente agrega a su trabajo “oficial”, no son reconocidas en ningún documento, y muchas veces el docente no puede probar los trabajos adicionales que ha desarrollado de manera extraescolar porque realmente, mientras lo desarrolla, no se preocupa. Cada docente rural no trabaja tiempo extra para pensar como va a evidenciar ante las autoridades ministeriales, lo que efectivamente está haciendo, el fin es claramente otro, es alcanzar en cada uno de sus alumnos el objetivo de formarlos como ciudadanos y personas de bien, mas allá de las dificultades que esta tarea implique.
Para finalizar, deseo expresar que este informe o especie de descripción de primera mano, como se me ha pedido que confeccione, no es con el ánimo de queja o reproche de mi situación y la de todos mis compañeros docentes y no docentes dentro de la institución, no apunta hacia esa meta, es la vida que he elegido, y agradezco profundamente el status laboral que ocupo y me dignifica. Lo redacto con la esperanza, no de cambiar mi situación y la de los demás colegas, sino de mejorarla, para el beneficio de todos, porque yo, en primera persona, desde este lugar, tanto físico como espiritual dentro de la docencia, no me pienso marchar, si estoy aquí es porque algo satisface mi necesidad de seguir conviviendo con esta realidad, y esa satisfacción la encuentro cada nuevo día al levantarme y saber que sigo contribuyendo, aunque no sea más que en una pequeñísima cuota, a la formación y educación de los forjadores del futuro de mi patria, al verme inesperadamente provocando interés por cada nuevo conocimiento en aquellos y aquellas jóvenes que con cada pregunta en clase me demuestran a diario que vale la pena ser docente, y que tanto sacrificio es mas que insignificante en proporción a la paz interior que uno siente al ver la alegría y la felicidad de cada joven, al recibir año a año, ese pasaporte a la vida que le da la educación.-
*Profesor en Historia
Gastre – Chubut –
Patagonia Argentina

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