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viernes, 13 de enero de 2012

“La lengua es maltratada por aquellos que no manejan con destreza el sistema lingüístico

Reproducimos íntegra esta entrevista realizada a Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Nacional de Letras, en la que se analiza de forma  polémica  el impacto de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en la lengua, y la necesidad de generar una lectura inteligente de los mensajes de los medios.

  Publicada en La Tiza Nº 44

-Además de las posibilidades económicas, ¿en qué otros niveles se plantea la llamada “brecha digital”?
 Se plantea en distintos niveles. En lo humano general: entre los que son “nativos digitales” y los que son ajenos a esos medios porque están privados de incorporarse a una pantalla por desconocimiento de lo técnico. En el medio estamos los llamados “inmigrantes digitales” que, tarde, pero entramos en los medios electrónicos para demostrar la falsedad del refrán “burro viejo, si es tesonero, agarra trote”.

-¿Y en lo que respecta a docente-alumno?
 La brecha digital en el campo docente se da en dos niveles. El primero es la brecha establecida entre las escuelas que disponen de recursos electrónicos y las que carecen de ellos. Esto lo puede solucionar un gobierno con disposición definida. El segundo nivel es el de la brecha que se da entre el alumno que maneja con fluidez las nuevas tecnologías y el docente que no se ha incorporado a ellas. Esta brecha, claro, la va a rellenar el tiempo, pues los actuales alumnos que mañana sean maestros ya están en carrera. Aquí introduzco un distingo respecto de un juicio estúpido de muchos que, ligeramente, celebran la “inteligencia notable de los chicos que manejan los instrumentos digitales”. No confundamos aserrín con pan rallado a la hora de hacer milanesas: lo que en los chicos se da es una ágil habilidad técnica, no inteligencia. Ésta supondría, de darse, que el alumno sabe superar las apariencias, leer los niveles ocultos de los mensajes, inducir principios, articular lo virtual con lo real, etc.. Y esto, lo sabemos, no se da en la generalidad de quienes manejan con destreza las nuevas tecnologías. Lo que urge es salvar en estos diez años venideros la zanja (no tanto brecha) que separa a los alumnos dotados de recursos electrónicos de los maestros y profesores que no los manejan. Tenti Fanfani, en su documentado libro La condición docente, consigna que el 60% de los docentes argentinos no ha escrito una línea en una PC; que el 70% no maneja frecuentemente el correo (o correo electrónico) y casi un 90% no ha chateado ni participa en foros electrónicos. ¿Se advierte la distancia entre los que están a un lado y al otro en la misma aula?

-En el libro No seamos ingenuos plantea la necesidad de enseñar en las escuelas la redacción de correos electrónicos. ¿En qué aspectos contribuiría ese acercamiento de la educación formal a las TIC?
 El correo postal (que ha perdido la batalla porque debemos aplicarle un adjetivo para identificarlo, cuando hace diez años era “el correo”) frente al correo (o correo electrónico) ha sido desplazado. Toda la comunicación que antes era epistolar ahora se desarrolla en el correo en pantalla. En un correo electrónico cabe de todo: en primer lugar, la enseñanza de la carta familiar, formal, de negocios, etc.; en segundo lugar, toda forma de intercambio comunicacional; pero además, podemos adjuntar informes técnicos, científicos, copiar páginas de diarios en línea, dibujos y un largo etcétera. De allí la importancia de enseñar un diestro manejo en este campo. Por lo demás, para quienes comienzan a aprender los recursos electrónicos es muy estimulante pasar lo antes posible a que el aprendiz elabore mensajes con sentido, que pueda trasmitir, y no lecciones de solfeo electrónico.

-Se dice que la lengua aplicada al chat y a los mensajes de textos es maltratada. ¿Cuáles son los signos más evidentes de ello?
 La lengua es maltratada por aquellos que no manejan con destreza el sistema lingüístico. Yo no la maltrato, por ejemplo. No es necesario deshacer el mensaje amparados en que estamos en el campo digital, sino caemos en aquello que decía Lugones: “Los que se toman la libertad de no hacer lo que no pueden”. No eligen, su limitación elige por ellos. Si yo digo “este año no bailaré en el Colón”, no es una elección libre mía: es imposible que baile allí, con mis 110 kilos. No diga que por cuestión del medio usted maltrata el idioma: no sabe salir triunfante del desafío. Por ejemplo, cuando escribo mensajes de texto uso una manera “tarzánica” de escribir, como cuando enviamos telegramas. Y cuando chateo, pongo comas y puntos donde deben ir, porque sino generamos un caos de tránsito sintáctico. Ahora bien, para ello, debo saber puntuación, en caso contrario genero “comas piqueteras” que cortan el fluir de la sintaxis, arbitrariamente. Pero hay muchos que disimulan su discapacidad para puntuar en el chat, atribuyéndola a razones de tiempo. Eso es tan falso como el que dice que no dará argumentos para fundamentar su posición, por ser breve, cuando en rigor no tiene razones para fundar lo dicho. Los signos más evidentes del maltrato de la lengua en el chat y en la pantalla del celular son: ruptura de la coherencia lineal secuenciada en la expresión, faltas de concordancia, ausencia de puntuación, repeticiones, falta de precisión, ambigüedades, fragmentación, muerte de las mayúsculas, olvido de la ortografía y demás. Para el chat y el mensaje de texto son aconsejables las tres “c”: claro, conciso (cortito) y correcto. Son virtudes convivientes.

Hay posturas que señalan que los jóvenes están creando una “nueva lengua”. ¿Cuál es su opinión al respecto?
 Ni de lejos hay posibilidades de que creen “una nueva lengua”. Lo que se está produciendo es un deterioro de la lengua juvenil hablada por empobrecimiento del locutor, y de la escrita además, por desconocimiento de la ortografía, por la carencia de manejo de la puntuación, por inhabilidad sintáctica, etc.. No hay creación perdurable y positiva generada en limitaciones por ignorancia. Alguien ha dicho que se puede hacer un diccionario con las abreviaturas. Las abreviaturas, hasta hoy, son de tribus electrónicas, no coinciden las de una con las de otra. Compárese el lamentable diccionarito de Personal con las abreviaturas que manejan los alumnos de distintos grupos o las de diferentes grupos de alumnos y se verá lo que hay. Por lo demás, el de Personal está lleno de gallegadas: cuál de nuestras pibas o chicos dice “barbacoa” o “cabrón” sin copiar los usos ajenos o “BNC” para Barcelona, y no aparece para los argentinos “Buenos Aires” ni “Entre Ríos”. Pura peninsularidad.

-¿Corre riesgos la lengua producto de las simplificaciones expresivas y semióticas que se están produciendo?
 La lengua no se sostiene por un solo nivel de hablantes, los jóvenes en el caso del que hablamos. Hay escritores, periodistas, profesores, políticos que seguirán cultivando una lengua rica y matizada, con recursos varios. El mayor problema radica en que los adolescentes padecen un notorio empobrecimiento de sus posibilidades expresivas y esto los afecta en la relación comunitaria, laboral, etc. Pero la lengua sigue su vida, siempre renovada y dinámica, más allá de los jóvenes. Se sabe: para que nuestros muchachos puedan desempeñarse en puestos de gerencia y comando mañana, deberán hacer cursos para aprender a redactar, a exponer oralmente, etc.; para que sus informes sean aceptables en la compañía, estudio u oficina donde se desempeñen. La vida les obligará a retomar lo que perdieron.

-¿Hay maneras de contribuir desde la escuela para revertir esta tendencia tan “posmoderna”?
 Lo primero que la escuela debe hacer es redituar a la lengua como eje de toda la educación primaria y secundaria. Ha pasado a ser “una asignatura”. Por eso, el maestro de Sociales o el profesor de Instrucción Cívica no corrigen ni ortografía ni sintaxis, “porque eso es cuestión de Lengua”. La lengua es un patrimonio comunitario esencial que sostiene, dialogalmente, la vida social y democrática. “El diálogo es la base de la democracia”, dice Dewey. Pero además, la lengua es la vía de la transmisión de todos los restantes bienes culturales (geografía, matemática, historia). Es el “cemento curricular”, que decía María Montessori. Lo segundo que en el plano de la lengua debe hacerse con urgencia es robustecer la enseñanza de la oralidad. En la vida de una persona común el 90 por ciento es oralidad, el 8 por ciento es escritura y el 2 por ciento es comunicación gestual. Por eso no se entiende que, en lugar de dinamizar la enseñanza de la lengua oral, se la esté desplazando gradualmente en todos los niveles. Queda viva sólo en el Jardín de infantes o etapa inicial. No se “pierde” tiempo en facilitar el diálogo en clase, que es la mejor escuela de convivencia. La universidad va anulando los exámenes orales porque insumen mucho tiempo. Todo se va tornando evaluación escrita. Hay aquí un problema fundamental. La universidad no forma profesores de letras, ni de ninguna disciplina, habilitados en la docencia y corrección de la lengua oral, que es más difícil de orientar porque no da tiempo: hay que batir sobre caliente, y para ello, se requiere del docente un manejo diestro del sistema. Lo tercero es que los lenguajes mediáticos no han sido incorporados al currículo de los niveles primario y secundario para domesticarlos y convertir a un potencial y mero consumidor de medios en una criatura medianamente crítica y evaluadora de los mensajes en medio de los mensajes de la exósfera en que estamos insertos.

-El libro No seamos Ingenuos se actualizará con consultas y aportes de maestros y padres a través de un blog. ¿Cómo se llevó a cabo la idea de esta alternativa interactiva?
 El doctor Roberto Igarza, uno de nuestros autores, propuso a la editorial la posibilidad de un sitio electrónico en el cual podamos dialogar, ampliar, matizar, explicitar los contenidos que el libro plantea, con padres y docentes, y todo adulto interesado en estas cuestiones. Esta acción interactiva fue aprobada por las autoridades de la editorial y se concretará en el espacio electrónico: www.santillana.noseamosingenuos.com.ar. Incorporará un blog con opiniones y respuestas, videos de 3 minutos, artículos breves, ampliatorios de los temas, etc..


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