Por Cristina Urtizberea
Pañuelos verdes a favor de la despenalización del aborto tapan las caras de mujeres de muchas edades, cubren sus cuellos y sus cabezas. Remeras violetas, en contra de la violencia, están en todas partes, se mueven en las calles de Bariloche, sobresalen entre la ceniza del volcán, que está ahí nomás. Se ve desde el lago.
-¿Alguien tiene idea quien dejó tantas mujeres sueltas en Bariloche? Se pregunta un oyente asustado, extrañado, en una radio del lugar.
Las mujeres están en todas partes, el violeta y el verde está perdido en las esquinas, mujeres con planos, mujeres en las escuelas, mujeres en el velódromo, sueltas y a montones en los colectivos, mujeres en el Centro Cívico, mujeres marchando en la calle, sueltas, muy sueltas, gritando, mujeres de todas la edades, mujeres en silla de ruedas, gorditas, niñas, lesbianas, madres, activistas, flacas, artesanas. Se sueltan también muchas desde los balcones, desde las casitas de barrio, desde las veredas. Mujeres sueltas de cuerpo y sueltas de lengua. Mujeres resueltas.
Las mujeres que andan sueltas por ahí, vienen de todos lados para colmo, hay de salta, de Chubut, de Buenos Aires, de Colombia, de Alemania( tratando de hablar en español), de Honduras, de los pueblos originarios, incluso del mismo Bariloche, así: todas mezcladas por etnia, por pueblo, por provincia, por país, por ideología, por edad; un descaro total. Algunas, de tan descaradas, hasta se besan, por que sí, porque quieren, porque les gusta.
Las mujeres invaden Bariloche, algunos se alegran y otros se asustan.
¿Qué hacen tantas mujeres en Bariloche? Están ahí a causa de las injusticias y por los sueños. Porque aun perdura la violencia sexual (violaciones, abusos y acoso), porque la trata de personas es un negocio nacional, porque existe la prostitución y existen los clientes, porque vivimos a diario la discriminación por ser mujeres, porque el aborto clandestino se lleva mujeres de bajos recursos todos los años, todos los meses, todos los días. También por el rol de la mujer en la educación, porque los puestos de liderazgo en los sindicatos no suelen ser ocupados por mujeres, por la identidad de la mujer latinoamericana, por proyectos para un futuro con igualdad de derechos y libre de discriminación hacia la mujer, por la libertad de decidir y disfrutar de nuestro cuerpo y muchos etcéteras más.
Se reúnen para aprender, denunciar, contar sus historias, sus experiencias de lucha, sus ideas, sus proyectos, están ahí para debatir, para gritar. Van a los talleres y van a la calle.
-Acordate de llevar agua. Dice una chica de menos de veinte años. Primero no lo entiendo, hasta que escucho que la marcha puede llegar a durar hasta dos horas.
Y cuando gritas y cantás el agua te ayuda a recuperar fuerzas y voz. Y gritamos como muchas veces no lo hicimos, aunque queríamos y debíamos haberlo hecho. Y no gritamos solo por nosotras, gritamos por nuestras madres (que no siempre se animaron a usar la voz), por nuestras hermanas, hijas, nietas, por nuestras amigas, que no fueron pero querían ir, que no gritaron pero querían usar la voz así, hasta que no les quedara voz. Muchas fueron por sus historias de terror, de sometimiento, de violencia, de injusticia. Otras fueron por sus sueños, por sus ideas. Todas fuimos porque sentimos día a día la violencia hacia la mujer, la discriminación.
-¡Dame la mano! Grita una mujer de cuarenta, que forma parte de un cordón que rodea a la marcha. Miro hacia atrás y no tiene fin, el gusano de gente es de muchas cuadras, sube por las calles de Bariloche y baja peligrosamente por el cerro. Agua, cantos, verdes, violetas, gente gritando desde los balcones, gente en la iglesia, blanco de reclamo a la historia.
-Este es mi mail. Me dice una señora de cincuenta años, se quiere llevar a sus nuevas amigas a sus pagos.
Y nos iremos todas con el dulce de usar la palabra, con el dulce sabor de las ideas, de las mujeres compañeras y organizadas. Un peligro, un descaro total. Mujeres resueltas.
2 comentarios:
Hermosa nota Cristina!! Camine Bariloche a través de tu relato.
Gracias por este texto, con palabras justas que despliegan imágenes visuales e irradian sensaciones. Me sentí gritando a través de ustedes cuando nombras a quienes no pudimos viajar. Yo también -como Raquel- caminé por Bariloche entre tus palabras. Gracias Cristina, espero volver a leer más textos como este.
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