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lunes, 24 de mayo de 2010

Nuestra educación, doscientos años después…


Pensar el bicentenario desde la educación debe hacerse, desde mi punto de vista, en clave latinoamericana.
Para poder entender la educación que pudimos tener, la que tuvimos, la que tenemos y la tendremos, Latinoamérica es esencial en ese análisis.


En ese sentido, comenzar con Simón Rodriguez, quien fuera maestro de Simón Bolivar, nos lleva a imaginar a una educación pensada y creada desde América Latina. Para este pensador no debíamos copiar otras experiencias, las particularidades de nuestro continente con su singular mestización hacia necesario una creación única que debía desarrollarse desde y para Latinoamérica.

Simón Rodriguez creía en la necesidad de desarrollar a los sectores populares, lograr no sólo que conozcan sus deberes, sino que interioricen sus derechos y se sientan comprometidos para crear una sociedad nueva.

Por su parte Domingo Faustino Sarmiento, veía en los sectores populares latinoamericanos a la expresión de la barbarie, por ello era necesario instruirlos con métodos importados fundamentalmente desde Estados Unidos, donde las “ventajas”       -desde su punto de vista- de una colonización Inglesa y una religión protestante, garantizaban la civilización y el progreso.

Por su parte, desde la década del ’60 del siglo XX el pensamiento de Paulo Freire ha dado cuenta de una nueva forma de pensar la educación.

Freire no sólo entiende que es necesario crear nuevas formas de desarrollar la educación con los sectores populares, sino que deben modificarse las relaciones de poder dentro del sistema educativo.

Para el brasileño el diálogo como instancia de encuentro y respeto por los aportes de los estudiantes es lo que debe primar en todo proceso educativo, pero más aún en la educación popular.

De estas tres perspectivas sólo la visión sarmientina, con el apoyo de la burguesía agroexportadora argentina, logró consolidarse y trascender en el tiempo.

Simón Rodriguez debió soportar acusaciones de locura, y todo tipo de presiones que llevaron a que perdiera el apoyo de Bolivar y por tanto que su propuesta educativa cayera en el olvido.

Freire, por su parte, a pesar de la dictadura militar que lo llevó al exilio, logró hacer conocer su propuesta en América y el mundo, pero si bien existen fuertes tendencias discursivas a reconocer sus méritos no logró tener incidencia en los Sistemas educativos estatales.

Por último es necesario analizar la propuesta pedagógica que busca imponerse en este comienzo de milenio, la misma fue desarrollada desde el llamado neoliberalismo.

 Los intelectuales anteriores buscaban la formación de un ciudadano crítico y creativo, en consenso con el sistema imperante desde la concepción sarmientina.Rodríguez y Freire coincidían en esa búsqueda. La educación en el marco de un modelo Neoliberal, ya no tenderá a la formación de un ciudadano, pensará que lo que debe desarrollarse es un consumidor libre, que cuente con la capacidad de elegir dentro del mercado lo que necesite, pero que no ponga en cuestión el sistema. Para ello la educación es considerada como un servicio que debe prestar fundamentalmente el sector privado, mejor capacitado para formar consumidores, y no el sector público.

Desde esta concepción se adjudica a la educación publica la responsabilidad de contener a un sector cada vez mayor de excluidos, a quienes se debe instruir para lograr generar en ellos el necesario consenso con el sistema imperante. Esto debe lograrse con el menor gasto posible, pues no se considera a la educación como un derecho y al gasto que la garantización de este derecho demanda como una inversión, sino como un servicio, medible mediante parámetros de rentabilidad y eficacia. Esta mirada mercantilista sobre la educación lleva al achique estatal (reducción del presupuesto educativo) y a políticas de sobreexplotación de los trabajadores de la educación.

Los doscientos años de historia dan cuentan de distintos modelos educativos, distintas perspectivas que buscaban y buscan dar voz o acallar a los sectores populares, hoy como ayer, aquellos que creemos en una educación pública, gratuita, creativa que esté al servicio del pueblo y que debe estar en sintonía con sus necesidades, debemos seguir dando la batalla.



Raquel Caprano
Prof. En Historia 

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